El tema, desde luego, es fascinante. A riesgo de repetir algunos de los puntos de vista anteriormente expuestos, me gustaría exponer mi opinión sobre él.
Veréis: la justicia no es algo natural. No hay nada en el hombre que le impulse a la justicia. Al menos, no más de lo que le impulsa a la injusticia. El hombre no es naturalmente nada más que hombre, y palabras como justo, racional o bueno son sencillamente palabras. Prueba de ello es que hay hombres injustos, estúpidos y perfectos hijos de puta, como también hay hombres justos, razonables y buenos. Como hubo Gracos, hubo quienes los mataron (pon cada descripción al lado que prefieras, aunque supongo que podréis dilucidar quienes son los santos para mí)
Sin embargo, no creo que el hecho de que la justicia sea un concepto artificial invalide la reclamación de validez que se plantea. Después de todo, también la física lo es, y no creo que ninguno de nosotros estuviera dispuesto a afirmar que deberíamos prescindir de los microondas. De hecho, según mi opinión, los egoistas racionales (en el sentido estricto de la palabra), deberían encontrar el concepto particularmente estimulante. Lo explicaré con un ejemplo que me gusta llamar "Probabilidad de la genialidad".
Consideremos, para simplificar el problema, un caso aislado sencillo, y luego trataré de generalizarlo, dentro de mis modestas capacidades. Veréis, siempre he considerado que un agente racional pensaría que contraer cáncer es una mala cosa. El SIDA quizás no, porque los agentes racionales saben que eso sólo les pasa a los gays, que son una manga de degenerados. Lo que es más, creo que un agente racional, en caso de contraer cáncer, concebiría como bastante deseable que se hallara una cura contra él. Por tanto, un agente racional orientaría sus acciones a maximizar las posibilidades de que se halle dicha cura. Ahora bien, nuestro agente racional, egoista estricto y tumoroso, tras mucho pensar, podría llegar a las dos conclusiones siguientes:
En primer lugar, es bastante razonable pensar que, en condiciones parecidas de investigación, cuanto mayor sea el número de investigadores, mayor será la posibilidad de que se aporte un enfoque nuevo en el problema que nos interesa, de forma que se simplifique el problema y nos aproxime a una solución satisfactoria. Así, en nuestro ejemplo sobre el cáncer, si preparamos para la investigación médica a ocho millones de personas, las probabilidades de que la investigación nos aproxime a la solución son 10 veces mayores que si sólo preparamos a ochocientosmil. Por ello, cabe decir que cuanto mayor sea el número de investigadores médicos motivados y preparados, mayor será la velocidad de progreso para solucionar el problema.
Por otro lado, nuestro egoista tumoroso también descubre que actualmente, alrededor de un 60% de la población mundial está completamente fuera del circuito, esto es, no le es posible aportar nada a la solución porque ni siquiera tiene la posibilidad de ser formado para ello, y del 40% restante, más de 2 tercios se encuentran en situaciones en las que, a pesar de tener el estusiasmo necesario y acceso a la formación, se encuentran limitados por ciertas barreras. Ahora bien, en el tercio restante, se encuentra con que el entusiasmo es casi nulo, ya que, después de todo, una vez estás en ese tercio, no hay ninguna razón para producir algo que valga la pena (no os molestéis en tratar de rebatir este punto, si mi experiencia en una facultad técnica puede ser indicativa, estamos jodidos, caballeros) Pensando en como remediarlo, el egoista racional tumoroso llega a la conclusión de que lo más provechoso sería hacer que ese 60% de marginados tenga la posibilidad de acceder a la investigación.
Ahora bien... podríamos pensar que nuestro agente racional podría muy bien incentivar la investigación médica exclusivamente, y librarse de todo lo demás como simple peso muerto. Sin embargo, esto crearía las mismas condiciones anteriores. Aquellos que consiguieran formarse suficientemente podrían carecer del entusiasmo necesario para desarrollar la tan deseada cura. Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en que es posible forzar muchas cosas, pero no es posible forzar el entusiasmo (y creedme, el entusiasmo es necesario para una investigación productiva) La única forma de asegurar el máximo entusiasmo en el máximo número de personas es garantizar la diversificación del currículum, pudiendo cada uno especializarse en lo que le venga en gana. O quedarse fuera. Después de todo, lo más probable es que alguien que decida quedarse fuera no vaya a producir nada de excesivo interés para nosotros.
También he escuchado el argumento de que lo prudente sería inyectar más dinero en el sistema investigador. En principio, podríamos pensar que eso aceleraría la investigación, pero el problema persiste: son las mismas cabezas pensando con más dinero. La probabilidad de que aparezcan nuevos enfoques se mantiene más o menos constante, al menos en problemas que requieran enfoques novedosos. Y los que nos quedan por solucionar hoy en día, al menos en Física, que es el único campo que conozco pasablemente, son casi todos de este tipo.
Por tanto, nuestro egoista consideraría el colmo de la racionalidad tratar de extender esa capacidad para adquirir la formación que los capacitará para producir curas para el cáncer al mayor número de personas posible. Ahora bien, podemos extender nuestro ejemplo a cualquier área sin violentarlo demasiado. Podemos partir de la necesidad del agente racional de que las palomitas estén perfectas al salir de su microondas, o de su curiosidad por conocer cómo son las condiciones atmosféricas en Titán.
Por tanto, conviene que facilitemos que el resto del mundo pueda trabajar para nosotros. Y eso requiere infraestructura, inversión, y sobre todo diplomacia y mano izquierda (después de todo, la venganza de casi 1 milenio de sojuzgación puede ser francamente desagradable). No nos engañemos, es difícil educar a alguien para que cure nuestro cáncer sin que a la vez se dé cuenta de que llevamos unos cuantos siglos jodiéndole.
Con ello llegaríamos a la conclusión, bastante natural por otra parte, de que no es para nada irracional tratar al resto de la gente como si fueran seres humanos, concediéndoles derechos bastante básicos como son la educación, la vivienda, y todas estas cosas. Personalmente, considero que son bastante más importantes, y más tangibles, que algo tan esquivo y tan fácil de maquillar como es la dignidad. Así que ya veis, la injusticia no es indeseable porque esté inscrito en el hombre, o en algo tan tonto como Dios, es indeseable porque es un despilfarro de materia prima perfectamente aprovechable.
Por supuesto, esto presupone condiciones ideales, y un acceso libre al conocimiento científico que no se da en la actualidad, pero creo que el argumento demuestra que el egoista racional desearía que las condiciones reales se aproximen a las condiciones ideales lo más posible. Otra cosa es que el egoista en cuestión sea A) un estúpido o B) un cabronazo, pero esos son casos que trataremos en próximas discusiones.
Estos son sólo algunos de los puntos que se plantean en una discusión sobre el tema, por supuesto, pero por el momento estoy interesado en vuestra opinión. Debatan, damas y caballeros
Por cierto, desde este enfoque, ¿esto no debería estar más bien en el área de política?
"Para comprender el estado de la humanidad puede que baste con saber que la mayoría de los grandes triunfos y grandes catástrofes de la historia no se deben a que las personas sean buenas en esencia o malas en esencia, sino a que las personas son en esencia personas" (Neil Gaiman y Terry Pratchett, Buenos Presagios, sin página ni año, buscaoslo, vagos)